viernes, 12 de agosto de 2011

PUNTOS DE PARTIDA-VISION RETRO

El pasado de Mariano Di Bártolo
 Siempre dando una mano pero el hipnotizador de la mula fue Mariano.

DIBARTOLO EN SUS EPOCAS DE FURIOSO AVENTURERO(QUERIA MUCHO A SU MULA... ELLA TAMBIEN.)

Di Bartolo en el Cristo Redentor...

lunes, 25 de julio de 2011

Adrián Vitali-Cinco Curas

Adrian Vitali, en una entrevista profunda con Pablo Colazo y Mariano Di Bártolo, a propósito de la presentación del libro "Cinco Curas: Confesiones Silenciadas".

Los temas de actualidad y sus protagonistas como "Puntos de Partida"



Gustavo Córdoba

Gustavo Córdoba, de la "Consultora en Pòliticas Públicas" aporta su opinión sobre las encuestas electorales y su uso en las campañas políticas.


Adolfo Perez Esquivel

El Premio Nobel de la Paz, Adolfo Perez Esquivel, aporta su mirada sobre la actualidad de los Derechos Humanos.
Las voces mas representativas y sus opiniones son "Puntos de Partida".



martes, 19 de julio de 2011

El Éxito...y el exitismo

Empresario y presidente del Club Atlético Belgrano, Armando Pérez.
El éxito en el fútbol, y en la empresa. Todas las voces son "Puntos de Partida."


lunes, 18 de julio de 2011

Cirugias Plásticas-Leonor Benedetto

Estetica y Cirugias Plásticas.
La actriz Leonor Benedetto aporta su mirada sobre la belleza y el tiempo, en "Puntos de Partida"


Arnaldo André

Presentando su obra "Quédate a Desayunar" Arnaldo André en "Puntos de Partida"


domingo, 17 de julio de 2011

"BRAZIL" O LA DISTOPÍA DE LA ETERNA JUVENTUD

                       

En la película "Brazil" (1985)del grupo inglés Monty Python, se plantea una distopía sospechosamente parecida a otra obra de un autor inglés: "1984", de Orwell, de la que hablé en otras oportunidades. Es una tragedia cómica, aunque suene ridículo y entre las cosas terribles que pasan en la película, la madre del protagonista es una mujer absolutamente dedicada a sí misma, que se la pasa haciéndose retoques decirugía estética para estar a tono con sus amantes 20 o 30 años menores que ella. (Suena conocido, ¿no?)
Tanto es así, que el protagonista mezcla las imágenes de su madre recién operada y la mujer de sus sueños, a la que acaba de conocer y es conductora de un camión de residuos. Edipo es un poroto al lado de Sam Lowry, personificado por Jonathan Pryce. Por supuesto, a la señora Lowry le va muy bien con su tratamiento de eterna juventud, ya que tiene por amante, entre otros, al ministro de algo importante, al que le pide un puesto para su hijo, y por supuesto, lo consigue. Lo que Sam haga en ese puesto, ya es cosa de la película, que les recomiendo y todavía anda por los videoclubes. Sin embargo, no a todo el mundo le va bien con las cirugías: la mejor amiga de la señora Lowry también se operó, pero no logra recuperarse, y a lo largo de la película se va deteriorando físicamente, cayéndose literalmente a pedacitos mientras repite que ·"el
doctor me dijo que es un pequeño problemita de recuperación" y que en pocos días estará espléndida. Obvio,se va deshaciendo hasta que queda de ella un montoncito de carne en una silla de ruedas, que repite que es un problemita de recuperación.
Claro, "Brazil" es una fantasía, casi una película de ciencia-ficción. Pero hacia los años '80 comenzó también la locura por la estética a cualquier costo. Ya no se trataba de arreglar una nariz que impedía cualquier relación social o unas orejas que imitaban a Dumbo. Ni siquiera se trataba ya del viejo y querido lifting. Había empezado la locura por ser otro, para siempre. Sólo que ese "otro" éramos nosotros, en un momento muy anterior de nuestras vidas. Y si ese "otro" no había sido muy agraciado, bueno, seamos otro de verdad, con otros pómulos, otros ojos, otra boca, otro busto, otros glúteos. Después se sumarían los hombres (que ya se habían arreglado tímidamente la nariz o las orejas) y se operarían las bolsas bajo los ojos (¿se acuerdan del Dr. Alfonsín?), después los glúteos (¿se acuerdan de Manzano?) y los abdominales y pectorales, para parecerse a Charles Atlas. Los que no sepan quién era Charles Atlas, pregúntenles a papá o al abuelo y les contará del "alfeñique de 44 kilos".

Y a las cirugías en general, siguieron las técnicas no invasivas (como si ponerte una sustancia ajena a tu composición química como el botox o los hilos de oro, o ponerte una canulita y sacarte la grasa con aspiradora no fueran invasiones a tu cuerpo), el láser (y ya estamos al nivel de Viaje a Las Estrellas), las ondas de radio, la ozonoterapia, la oxígenoterapia, la fangoterapia, las piedras calientes, los baños de chocolate y las máscaras de vino y el helado de vainilla, que se lo pongo al brownie y me lo como para celebrar todo el recauchutaje que me hice, en nombre de la estética.
Mentira. No es en nombre de la estética. Es en nombre del miedo aterrador a envejecer. Es el miedo que consiguieron meternos los medios, que nos venden personas imposibles, bellísimas, perfectas, con dentaduras fabricadas, pelo injertado, senos, glúteos y bíceps de silicona, ojos con lentes de contacto cosméticos y curvas y papadas lipoaspiradas. En los primeros años del cine, era tan peligroso para la pantalla envejecer que muchas divas literalmente desaparecieron de escena al cumplir los 30. Nadie se animaba a mostrarse cuando aparecía la primera arruguita. Las primeras víctimas de esto fueron las mujeres. Greta Garbo se retiró a los 36. Gloria Swanson dejó de filmar durante 20 años, cuando la llamaron para protagonizar "Sunset Boulevard" ("El ocaso de una vida" en Argentina, "El crepúsculo de los Dioses" en México y España)

Cuando la cirugía estética se convirtió en un recurso viable, empezaron las caras "sin edad", o lo que los usuarios de esa cirugía creen que es "sin edad". Porque quedarse inexpresivo, con eterna mueca de asombro, los pómulos hinchados como después de una paliza de Tyson y los labios como después de haber chupado un cajón de naranjas, no es tener un rostro "sin edad": es exhibir impúdicamente el terror a vernos realmente como somos.
Y somos de carne, hueso y espíritu. Tenemos un alma inmortal que nos deja en el rostro la huella de lo que hemos hecho en la vida y cómo nos fue en ella. ¿Cuántas veces hemos visto ancianos hermosos, con rostros que brillan por la paz interior y la bondad? Cuántas veces vimos rostros jóvenes estragados por la vida terrible que llevan. Cuántas veces se pretende ocultar lo que se es bajo la apariencia de lo que se pretende ser. La estética a cualquier costo es una pretensión no sólo absurda, también es cruel. No permitirnos ser nosotros mismos, que nuestras expresiones, nuestras emociones y nuestras arrugas acompañen nuestra vida, es un objetivo que no tiene sentido. No tiene sentido congelarnos en una supuesta belleza eterna, que termina convirtiéndose en una máscara burlona y grotesca de nosotros mismos.
Prefiero no avergonzarme cuando me miro al espejo.
Para rematar el tema, les propongo ver el video de Lorella Zanardo: "Il corpo delle donne" (¡no se preocupen, está subtitulado!). Más claro, échenle anestesia local


Monica Sacco
http://policialargentino.blogspot.com
http://elaltillodelpolicial.blogspot.com,

miércoles, 6 de julio de 2011

¡FELIZ CUMPLEAÑOS CÓRDOBA!

En el cumpleaños de Córdoba, charlamos con la locutora Ana María Alfaro aportando su mirada sobre nuestra ciudad. 





Y el Historiador Dr. Prudencio Bustos Argañaraz nos ilustra sobre los barrios de Córdoba y el presente de la ciudad...





Las voces de Córdoba y las personalidades cordobesas de pura sepa, como "Puntos de Partida"

LOS CANDIDATOS-INTENDENCIA 2011-OLGA RIUTORT

En un año electoral: todas las voces, todos los candidatos, como "Puntos de Partida".
En la tarde del 05 de Julio, Olga Riutort, candidata a Intendente por el Bloque "Eva Perón", en nuestro programa.

lunes, 4 de julio de 2011

Mario Toledo

Sobre las viviendas en Córdoba dialogamos con Mario Toledo, Presidente de Cámara Inmobiliaria de Córdoba (CaCIC). Todos los temas, todas las voces, son Puntos de Partida

miércoles, 29 de junio de 2011

Romina Manguel

Romina Manguel autora del libro "Yo te avisé", la literatura que interesa y sus autores son "Puntos de Partida"

 

martes, 28 de junio de 2011

Dr. Alfredo Miroli

Entrevistamos al Dr. Alfredo Miroli, sobre su charla "Vivir sin Drogas" y las adicciones.
Las notas y los temas que interesan, como "Puntos de Partida"

Homeopatía

En "Puntos de Partida" abrimos el debate sobre la Homeopatía.

La entrevista con el Dr. Mario Drainman, con una mirada a favor de Homeopatía:



Y la entrevista con el periodista científico Alejandro Borgo posicionado en contra de la Homeopatía.




Todas las voces, todas las miradas como "Puntos de Partida"

sábado, 25 de junio de 2011

De libros, ciencia ficción y realidad




En 1951, Isaac Asimov escribió un cuentito encantador que se llamaba “¡Cómo se divertían!”. La acción transcurre en el año 2157 y habla sobre chicos en edad escolar. Asimov imaginó que para esa época ya no se asistiría a la escuela sino que a través de las computadoras domésticas, los chicos recibirían clases, harían sus prácticas y leerían en pantalla, almacenando millones de textos en un chip. La escuela como edificio e institución habría dejado de existir y los libros serían materia del pasado.  Uno de los personajes muestra el libro de un abuelo, un ejemplar de hojas amarillentas y quebradizas. Los chicos de esta historia creen que una vez leidos, los libros se tiraban a la basura. La historia termina con la protagonista pensando cómo se divertían esos chicos que iban todos juntos a una escuela a aprender, y leían libros de papel … y los guardaban en lugar de tirarlos.
En 1953 Ray Bradbury publicó la que para mí es su obra cumbre: “Farenheit 451”. El título hace alusión a la temperatura a la que el papel se enciende espontáneamente: 230ºC, más o menos. Y es la historia de un bombero, pero no como lo conocemos nosotros, sino un “fireman” que así se dice “bombero” en inglés: un hombre que, en este caso, en lugar de apagar el fuego debe encenderlo. Los “firemen” de Farenheit 451 queman libros porque según el gobierno, leer libros provoca angustia. Según el gobierno, los hombres deben ser todos iguales y al comenzar a leer, se vuelven diferentes y eso los angustia. El protagonista, Guy Montag, comienza a dudar de su tarea, a pesar de que la sociedad entera, incluída su mujer, le dicen que está equivocado. La (única) información llega, por supuesto, a través de las pantallas de televisión omnipresentes en todos los hogares.  Resulta que Montag esconde una colección de libros, entre ellos una Biblia, y consigue hacer contacto con un profesor desempleado y juntos planean resucitar los libros para salir de la ignorancia. Obviamente, es denunciado por su mujer, es perseguido por el Estado y cuando logra huir, el país entra en guerra. Montag llega a un bosque habitado por académicos que se han ocupado, cada uno, de memorizar algún libro que consideren importante para imprimirlo nuevamente cuando los tiempos cambien. Los académicos circulan por el bosque y las ciudades recitando párrafos o estrofas de los libros que cada uno representa, a la espera de ese momento mágico en el que renacerán los libros. Mientras tanto, los transmiten oralmente para que no se pierdan.
Si bien el libro de Bradbury fue una respuesta directa al maccarthismo, a la quema de libros por parte del nazismo y  protesta ante las bombas de Hiroshima y Nagasaki, tanto esta obra como el cuento de Asimov tienen su granito de verdad profética.
Los libros siempre han sido objeto de persecución. Y no hablo de los autores sino del objeto material. Por supuesto, que a un autor le quemen los libros simplemente le adelanta lo que le está por pasar a él o a ella. Pero el acto de quemar un libro tiene un simbolismo terrorífico. La quema de libros está indefectiblemente asociada al terrorismo de Estado. Sea el Estado que sea. Porque no sólo los militares de la última dictadura quemaron libros. Los turcos quemaron la biblioteca de Alejandría, la Inquisición quemó libros prohibidos como el Talmud, la Santa Iglesia Católica mandó quemar Evangelios que no estaban escritos en latín: quemaron libros  el gobierno de los EEUU, el gobierno nazi, el gobierno comunista chino y el soviético; se quemaron ejemplares incunables de la Biblioteca de Bagdad cuando se saqueó el museo durante la invasión a Irak. Siempre es un acto imperdonable de violencia y un atentado contra la memoria, la educación, la historia, la tradición, el conocimiento y la libertad de expresión.
Es que Bradbury tenía razón y los libros son peligrosos. Te abren la cabeza. Te hacen pensar, y si empezás a pensar, podés pretender, por ejemplo, una vida mejor, un trabajo mejor, más libertad para elegir a tus gobernantes, más libertad para criticarlos y controlarlos; corrés el riesgo de volverte demasiado inteligente como para que te manipulen.
Al decir de un poeta del siglo XX:
“Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social. (…) Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros? (…)Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: ‘¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!’. Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida.
El hombre inmenso que dijo las palabras que cito es Federico García Lorca, en ocasión de la inauguración de una biblioteca en su pueblo, en 1931.
No dejemos que los libros mueran. No dejemos a nadie sin un libro.

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 Mónica Sacco

 



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"ASCENSO Y CAIDA DE LA CIUDAD DE MAHAGONNY", de Bertolt Brecht o vivir para el placer



Esta vez no se trata de un autor de ciencia ficción quien anticipó el futuro, sino un autor de teatro muy  controvertido: Bertolt Brecht. Brecht revolucionó la forma de hacer teatro a principios del siglo XX. Hijo de una familia burguesa acomodada,  fue un acérrimo crítico de la burguesía y del capitalismo.
Bertolt Brecht
 Afiliado al Partido Comunista en 1929, en 1933, con el ascenso de Hitler al poder en Alemania, sus obras fueron quemadas casi en su totalidad y Brecht debió huir de su país y vivió un exilio doloroso. aunque durante ese período escribió la mayor parte de sus obras. Inclusive después de la guerra tuvo prohibido regresar a Alemania Occidental. En Estados Unidos fue perseguido por el Comité de Actividades Antinorteamericanas liderado por el senador Joseph McCarthy y tuvo que huir a Suiza. Cuando volvió a Alemania en 1948 se radicó en Berlín Oriental, donde murió en 1956. Siempre quiso que el espectador teatral pensara y tomara conciencia de su entorno social, alejándolo de los elementos anecdóticos del teatro.  Brecht tomó muy en cuenta los incipientes medios de comunicación de masas que la entonces recién nacida sociología empezaba a usar con fines políticos: la radio, el teatro y el cine. Su objetivo era alcanzar un cambio social que lograse la liberación de los medios de producción. En su obra siempre están unidos el fondo y la forma, la estética y los ideales.
Todavía hoy, su teatro es provocador, sin sentimentalismo o romanticismo y muy crítico hacia el mundo burgués.  Algunas de sus ideas pueden entenderse en estos textos:
 Cinco dificultades para escribir la verdad[1]
Quien quiere hoy día combatir la mentira y la ignorancia y escribir la verdad, tiene que vencer por lo menos cinco dificultades:
Deberá tener el valor de escribir la verdad, aun cuando sea reprimida por doquier;
la perspicacia de reconocerla, aun cuando sea solapada por doquier;
el arte de hacerla (la verdad) manejable como un arma;
criterio para escoger a aquellos en cuyas manos (la verdad)  se haga eficaz;
astucia para propagarla entre éstos.
Estas dificultades son grandes para aquellos que escriben bajo la férula del fascismo, pero existen también para aquellos que fueron expulsados o han huido, e incluso para aquellos que escriben en los países de la libertad burguesa.




[1] Bertolt Brecht, Schriften 2, Teil I; en Grosse kommentierte Berliner und Frankfurter Ausgabe, Suhrkamp Verlag, Frankfurt am Main, 1993, pp. 74-89. La traducción castellana ha sido tomada de Bertolt Brecht, El compromiso en literatura y arte; trad. de J. Fontcuberta, Península, Barcelona, 1973, pp. 157-171.
 Una más:
«Hay hombres que luchan un día y son buenos, otros luchan un año y son mejores, hay quienes luchan muchos años y son muy buenos, pero están los que luchan toda la vida, y esos son los imprescindibles».
Dicho esto, vamos a la obra que nos ocupa: "Ascenso y caída de la Ciudad de Mahagonny", que es una ópera con libreto de Brecht y música de Kurt Weill. la música tiene mucho de la intensidad y los compases jazz de los años  '30 y durante mucho tiempo irritó a los espectadores, acostumbrados a otro tipo de espectáculo lírico. En este sentido, es una "sátira a la ópera y un tributo a la irracionalidad de la  ópera". Si bien los protagonistas "humanos" son tres forajidos: una mujer buscada por la policía y dos estafadores, la verdadera protagonista es la ciudad de Mahagonny, que será fundada por estos bandidos.
En algún lugar del Salvaje Oeste americano, en medio del desierto brota Mahagonny. lejos de la civilización. Sus fundadores la establecen como un lugar adonde comprar comida y bebida y comer y beber hasta morir;  comprar amor (y la referencia no es sutil: en Mahagonny sólo hay prostitutas); apostar a cualquier cosa y arreglar peleas de boxeo. A Mahagonny llegan prostitutas, delincuentes, vagos y tipos con el dinero que ganaron trabajando sin parar en algún lugar lejano  (en la ópera ese lugar es Alaska), que llegan para gastar su dinero y divertirse, sin pensar en el futoro o en las consecuencias. En Mahagonny la pobreza no es una circunstancia que el pobre atrae sobre sí mismo, sino un delito que debe ser castigado. Uno de los personajes, declara antes de morir: "La felicidad que compré no es felicidad".
 Diez años después del estreno de esta ópera (que obviamente fue silbada en todas partes del mundo y prohibida y que hoy es aplaudida de pie), una Mahagonny real nacía en medio de un desierto. La ciudad original ya existía pero todavía no era famosa ni mucho menos. Pero la llegada de un hotel casino fue el puntapié inicial para que otros emprendedores se decidieran a dar el salto al desierto que todavía estaba vacío. Hoy esa ciudad rebosa de hoteles-casino, de clubes con bailarinas de pole-dance, prostitutas de variada categoría; capillas de matrimonios instantáneos en los que un señor disfrazado de Elvis Presley te declara marido y mujer; se llevan a cabo las más famosas peleas de boxeo del mundo; las casas de empeño más grandes tienen sucursales en cada esquina. Con el dinero suficiente, se consigue cualquier cosa: ropa de vestir de las marcas más caras del mundo, cenas con cubiertos de 500 o 1000 dólares; sexo pago (el otro acá no tiene gracia), apuestas por cualquier cosa. Todo lo que se puede comprar con dinero existe acá para ser comprado.
Mahagonny existe, pero con otro nombre: Las Vegas. Y cuando se habla de generar ciudades-casino como ésta, con motivos tales como la recaudación hotelera, la recaudación de impuestos al juego y el aumento del comercio, a mí me corre un escalofrío por la espalda.  Menciono unas poquitas estadísticas como para que se pueda apreciar el peso social de estos lugares:
El diputado nacional Fabián Peralta (GEN), en su carácter de presidente de la Comisión de Prevención de Adicciones y Control del Narcotráfico, llevó adelante un relevamiento sobre las consecuencias que ocasiona la instalación del casino de Melincué en la zona de influencia.
El legislador se ha caracterizado por realizar estudios vinculados con el consumo y tráfico de drogas pero esta vez ha comenzado a analizar las tendencias vinculadas con el juego.
El muestreo, que consistió en 300 encuestas domiciliarias, se concretó entre hombres y mujeres mayores de 18 años con residencia en las localidades de Labordeboy, Bombal, Elortondo y Carreras.
Datos significativos
Del relevamiento surgen las siguientes conclusiones:
* El 73% indica que el casino de Melincué cambió los hábitos de los ciudadanos de la zona.
* El 44,8% de los consultados afirma que esos cambios fueron negativos.
* El 82,8% de los encuestados conoce a alguna persona que asiste habitualmente al casino, y el 69,4% de este grupo, asegura que dichas personas concurren diariamente.
* El 37,7% dice conocer a alguna persona que se ha perjudicado a nivel económico o familiar por la presencia del casino.
Fuente: Diario "El Litoral", nota del 24-01-2010 al dip. Fabián Peralta
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"La ópera de dos centavos" (Brecht)
Descargar " Madre Coraje y sus hijos" (Brecht)
 


Mónica Sacco

"DUNE" de Frank Herbert o el agua en el planeta


Frank Herbert es uno de los autores de ciencia-ficción más famosos del mundo. Y la fama la adquirió de un solo golpe, con la obra monumental "Dune" (Duna) que le valió, entre otros, el Premio Hugo, el equivalente en ciencia-ficción al Nobel de Literatura. Herbert plateó su epopeya en un planeta-desierto llamado Arrakis, pero al que los nativos llaman Dune o Duna porque ese es el único paisaje visible:enormes extensiones de desierto arrasado por el viento. "Dune" fue la primera gran novela ecológica, para la que Herbert creó un universo (digo bien,"universo" porque supera al planeta o a un sistema planetario para saltar a la galaxia), en el que las implicancias ecológicas o "planetológicas" como él las denominó, son la base y el objetivo de las tramas.
Entre los varios hilos argumentales de Dune aparece un ecólogo o planetólogo, que cree que el planeta-desierto puede convertirse en un lugar mejor. La necesidad crucial de Dune es el agua, cómo conseguirla, conservarla y utilizarla. El planetólogo prepara un ambicioso plan que dará frutos entre "trescientos cincuenta y quinientos años", y los habitantes del planeta, habituados a las terribles condiciones de vida, saben que ese plazo no es tan enorme, si piensan en su descendencia y lo que ésta recibirá cuando la planificación dé sus frutos.
Una de las frases de "Dune" dice: "Es por eso que la función más importante de la ecología es la comprensión de un sistema".

                                                                   Frank Herbert
Hasta aquí, la literatura. ¿Por dónde va nuestra realidad actual? ¿Qué estamos haciendo con el recurso más precioso e importante para la vida? Desde los inicios de la Historia, el agua ha sido fuente (valga la redundancia) de esparcimiento: jugamos con agua y en el agua, nadamos y nos bañamos no sólo por necesidad sino también por placer. Inventamos fuentes y juegos de agua para placer visual. En la segunda mitad del siglo XX,  aparecieron los parques acuáticos en los que el agua es la protagonista. Los hoteles y avenidas de Las Vegas, por ejemplo, ofrecen a los visitantes hoteles con aire acondicionado para soportar las altas temperaturas,  piletas de natación cubiertas y al aire libre, impresionantes espectáculos de fuentes, batallas navales, paseos en góndola...todo en medio del desierto.
Los estadounidenses usan en sus casas, alrededor de 380 litros por día de agua. En los países más pobres del mundo, millones de personas subsisten con menos de 19 litros de agua por día. El 46% de la poblacion mundial no tiene agua corriente. Las mujeres de países en desarollo caminan un promedio de 6 km por día para conseguir agua. En 15 años, 1800 millones de personas vivirán en regiones con gran escasez de agua. Hay países de África en los que se vende agua potable en bolsitas de 1 litro, porque el agua contaminada provocó una de las más espantosas epidemias de cólera en el continente, con 80.000 angoleños enfermos.
¿Sigo con las estadísticas? Una de cada 8 personas en el planeta no tiene acceso a agua limpia.
Cada año mueren 3,5 millones de personas por problemas de salud relacionados con el agua.
Lavarse las manos con jabón puede reducir la diarrea infantil hasta un 45%.
En Kenia, el gobierno manda un camión cisterna semanal para que las tribus rendille del Norte tengan algo de agua durante la sequía.
Cuando el agua abunda, en lugar de perder tiempo acarreándola desde otros lugares, se aprovecha para cultivar más alimentos, criar más animales y trabajar en actividades que generen ingresos.
(Datos: WaterAid , http://www.wateraid.org/)
Y sin embargo, continuamos contaminando alegremente el recurso de vida. Los peces pescados cerca de plantas de tratamiento de aguas residuales en varias ciudades de los EEUU contenían restos de medicamentos y de productos de tocador: antihipertensivos, antihistamínicos, derivados de antidepresivos. Todavía no son tóxicos para la salud humana, pero nadie asegura que no lo sean en un futuro. Por supuesto, en el Riachuelo no quedan peces siquiera. La contaminación es tan grande que el agua tiene el color y el olor del petróleo crudo: apestoso.
Y ya que estamos, el aumento de la temperatura promedio en la Tierra provoca un aumento de las masas de aire húmedo y caliente,  que contiene más agua que el aire húmedo y frío y es el origen de la enorme cantidad de tormentas y huracanes que azotan al planeta desde hace 20 años. Y no sólo lluvia: los glaciares, aún los de los Andes y los Himalayas, están retrocediendo. O para decirlo más claramente: se están derritiendo. Por un lado, las tormentas destruyen poblaciones, cultivos, matan al ganado y a los pobladores, acaban con la fauna salvaje. Por otro, glaciares más pequeños significa menos agua dulce, que se evapora para ir a parar a las nubes de tormenta sobre las zonas ecuatoriales. Y mientras tanto, seguimos gastando nuestros acuíferos mucho más rápidamente de lo que se recuperan naturalmente. Dos tercios del agua de los acuíferos se usan para cultivar alimentos. Pero si desmontamos las selvas (el Chaco salteño, el paraguayo, el Amazonas) para cultivar alimentos, esas tierras se agotarán muy rápido y ya no podrán retener el agua de lluvia que llena los acuíferos, con lo que conseguiremos un lindo desierto de piedra.
La demanda de agua del planeta seguirá creciendo junto con el crecimiento de la población, a menos que cambiemos nuestra forma de usarla. Si no comprendemos cómo funciona nuestro planeta y el modo en que estamos agotando alegremente nuestros recursos más preciosos ( y obvio, no hablo de petróleo, oro o diamantes), entonces, estamos condenados.
Otra vez, citando a Herbert, la función más importante de la ecología es la comprensión de un sistema.

"CYTEEN" de C.J.Cherryh o ¿el camino a la inmortalidad?


Los autores de ciencia ficción más de una vez han tratado el tema de la clonación. Arthur Clarke, en su obra ""Regreso a Titán" de 1975, menciona a la clonación como la forma de repetirse a sí mismo, al menos desde el punto de vista genético. Frank Herbert en la saga de "Duna" presenta a una civilización se se clona a sí misma para transmitirse los conocimientos secretos. Caroline J.Cherryh, otro monstruito sagrado de la sci-fi, en su obra maestra "Cyteen" de 1988, propone un paso más adelante en la clonación: la reproducción por diseño y la clonación más psicogénesis. ¿De qué hablo, me preguntarán ustedes? No es la psicogénesis que empleó el Ministerio de Educación para que los chicos intuyeran la ortografía y dedujeran qué va con b larga, v corta, s, c o z, q o k. No señor. Además, esa les salió mal y tuvieron que dar marcha atrás, pero eso es para otro domingo. Hoy hablamos de otra cosa. La psicogénesis de Cherryh hace referencia a la crianza y educación de un clon, en las mismas condiciones de vida que tuvo el humano original clonado.
 
                                                                 Caroline J. CHerryh
Todo esto, ¿para qué? Para alcanzar la vida eterna. O por lo menos, la juventud eterna. Desde lo profundo de la Historia es el deseo primero y último, el que empuja a los hombres a la hazaña. Gilgamesh fue en busca de los mismos dioses para robarles el secreto de la inmortalidad. Fausto vendió su alma a cambio de juventud. Más de tres mil años separan al gran poeta anónimo del gran Goethe, pero el conflicto es el mismo: perdurar, a cualquier costo.. Por supuesto, la inmortalidad ya estaba más o menos prevista. "Creced y multiplicaos", "el llamado de la especie" y demás que nos hacen transmitir nuestra carga genética de generación en generación. Pero al humano no le basta con asegurar la continuidad de la especie: pretende la continuidad del individuo. Se anhela la eternidad de la carne. La materia ante todo.
Tan atractivo resulta ese estilo de inmortalidad que empujó a la ciencia a arrasar con sus propias fronteras. Así, lo que en una época fue literatura de ciencia-ficción, Crick y Watson demostraron que era nada más que química;  Wilmut y Campbell dieron un paso más adelante y consiguieron replicar exactamente a Dolly desde el primer hasta el último nucleótido mediante lo que conocemos como clonación (del griego "klon": retoño). ¿Un pie en el umbral de la eternidad? Casi. Dejando de lado los molestos pruritos éticos y morales, podríamos arriesgarnos a decir que la eternización de los seres humanos está al alcance de la mano. Por lo menos, en su constitución genética o genotipo y su aspecto exterior o fenotipo. Conociendo a la especie, podemos asegurar que vamos por el buen (?) camino: hemos logrado fotocopiarnos.  
Sólo que el fascsímil no basta. Es nada más que una "réplica parental", según la definición de C.J.Cherryh, que retoma ese anhelo antiquísimo y lo lleva a un futuro — altamente probable, lo admito— en el que la ciencia ya logró prolongar la vida humana — la inmortalidad de los irracionales no nos preocupa por el momento —. Da un paso más y propone la reproducción exacta de un ser vivo. No nada más que un clon, porque en definitiva, el clon no es otra cosa que una copia física, precisa hasta las moléculas. Para "ser" y "permanecer" se debe reproducir también la mente.  ¿Se puede clonar la mente? Se puede intentar. El programa no es sencillo ni económico. Deben reproducirse con precisión todos y cada uno de los instantes de la vida del "original", hasta los detalles nimios de un resfrío o una madre castradora o permisiva. Forzar su ocurrencia, si es necesario, para que la "réplica" se convierta en un nuevo "original", con toda la carga completa de experiencias que lo convierten en su antecesor. No tu padre o madre; ni siquiera un gemelo. Se trata de convertirte en la misma persona, con idénticas ideas, sentimientos, vicios y virtudes. Literalmente, renacer. Hemos atrapado a la eternidad.
Pero, ¿a qué precio? ¿Dónde queda el libre albedrío, si nos vemos obligados a revivir una y otra vez la vida del "original"? ¿Cuándo comienza la vida del nuevo ser, si debe repetir sin lugar a error la de otro a quien sucede? ¿Cómo escapar a esa planificación absoluta? El razonamiento del planificador es impecable y no habría modo de escapar, salvo por un pequeñísimo error. El error de Kant.
Sí, es cierto que nuestra percepción del mundo nos dice cómo es el mundo y que ella es la que genera el tiempo y la condición. No sabemos si somos la mariposa que soñó ser un hombre o el hombre que soñó que era mariposa, porque nuestros sentidos podrían estar engañándonos eternamente y nosotros no comprenderlo jamás. Pero hay algo respecto de lo cual es imposible engañarnos: nosotros mismos. Tenemos la experiencia directa, que no depende de nuestra percepción del exterior. Esa percepción sin intermediarios en la que en definitiva, dicta cómo somos, qué hacemos y cómo reaccionamos ante los estímulos que provienen de esa realidad individual que nos da nuestra percepción consciente. Se le escapó a Kant, lo pensó Schopenhauer, lo confirmó Freud. Ese es el defecto que hará que la "réplica" sea, finalmente, distinta al "original". Que no respete sus deseos; que tenga nuevas ideas, diferentes, opuestas. Que, incluso, posea una moral y una comprensión de los hechos completamente diversas a las de su antecesor.
Esa es la lección de "Cyteen": la eternidad no tiene sentido para los humanos. No lo tiene porque de otro modo no habría evolución. Evolucionamos porque somos imperfectos y mortales. Intentamos mejorarnos con cada paso que da la especie, natural o artificial, pero siempre queremos más, nada más que porque no somos perfectos. La perfección es estasis;  la inmortalidad y la eterna juventud son perfección. La perfección no crea, no avanza, no se reproduce. No necesita de clones. La evolución seguirá valiéndose de herrmientas que ahora quizás nos parezcan inmorales o antiéticas, pero no se cortará los pies a sí misma. Eternizarnos a través de nuestra mente transferida a una carne renovada no es la solución. Parece tentador pero la lección puede ser terrible porque, ¿quién quiere repetir eternamente sus errores?
¿Demasiada filosofía para un libro de ciencia-ficción? Es que la ciencia-ficción es hija dilecta de la filosofía, porque nadie es tan osado como para responder a la pregunta por las causas primeras con el futuro, en lugar del pasado.



Mónica Sacco

"BIENVENIDOS A METRO-CENTER", de James Ballard o La sociedad de consumo y cómo consumir la sociedad


La última novela de ciencia-ficción de James Ballard se llama en castellano "Bienvenidos a Metro-Center" y en inglés "Kingdom Come" (Venga (a nos) Tu Reino). Como siempre, lo criticaron, inclusive sus colegas de la ciencia-ficción. Que los personajes son demasiado esquemáticos, que no están bien construídos, que la trama es un poco lineal. A Ballard nunca le importó la crítica y esta última vez, tampoco. Porque esta novela cierra un ciclo atroz, dedicado a la sociedad de consumo que había empezado con "Noches de cocaína" y siguió con "Super-Cannes" y "Milenio negro", que anticipó los atentados terroristas del siglo XXI.
En  "Bienvenidos...", Ballard muestra a una sociedad manejada por el consumismo, que regula las vidas de todos y alimenta los deseos de una comunidad aburrida y desesperada por algo nuevo a cualquier costo. Y el omnipresente canal de televisión Metro-Center se encarga de generar "entretenimiento" al minuto con motines callejeros, comunidades de inmigrantes atacadas por fanáticos racistas, partidos de fútbol convertidos en rallies políticos. El protagonista de la obra, un publicista sin trabajo y rebelde declarado, descubre que la muerte accidental de su padre en un shopping no tiene nada de accidental. La historia refleja una inquietante imagen de la vida en los suburbios de clase media y revela las fuerzas oscuras que operan debajo del brillo del consumismo l patrioterismo barato.
En los últimos años de su vida, Ballard se convirtió en el cronista del malestar de las sociedades occidentales contemporáneas. Cito dos frases de Ballard en esta novela: «El consumismo crea enormes necesidades inconscientes que sólo el fascismo puede satisfacer» y  «El consumismo es honrado y nos enseña que todo lo bueno tiene un código de barras». Aparentemente contrapuestas, resumen la filosofía pública (la última) y oculta (la primera) del consumismo.
                                                                      James G. Ballard
Ahora bien, qué es el consumismo? Según el diccionario de la RAE, es la tendencia inmoderada a adquirir, gastar o consumir bienes no siempre necesarios. Pero también es el sistema político y económico que promueve la adquisición competitiva de riqueza como signo de status y prestigio dentro de un grupo social. ¿Está mal? Porque nada es bueno o malo en sí mismo. Entonces, el consumismo es bueno en tanto alienta la producción de bienes y servicios, ¿no?, que generan fuentes de trabajo, industrialización, especialización y demás. Pero cuando la gente no se contenta con vivir de acuerdo con lo que gana sino que pretende alcanzar siemp más, para lo cual comienza a endeudarse sistemáticamente (y hablo de hipotecas, préstamos personales, tarjetas de compra y crédito y demás formas de vivir de prestado), necesita mantener su puesto de trabajo, por otro lado cada vez más escaso, para poder solventar sus compromisos económicos. Hoy hay sociedades en las que el pago de contado dejó de existir o te convierte en sospechoso de ser mafioso.
El consumo de masas no siempre fue como ahora, enorme y exacerbado. En el siglo XIX, por ejemplo, un trabajador norteamericano medio se contentaba con ganar un salario que le permitiese vivir con dignidad y pagar algunos pequeños lujos básicos. Era preferible tener más tiempo de ocio que una jornada de trabajo más larga a cambio de un sueldo más alto. Entonces, ¿cómo se produjo el fenómeno?
El consumismo nació en el siglo XX, gracias a teorías económicas como el taylorismo y el fordismo, que propiciaron la producción de bienes en forma masiva (o sea: fábricas enormes con enormes producciones). Cuando resultó que era más fácil fabricar bienes que venderlos, los empresarios en general volcaron sus esfuerzos a la publicidad: avisos, campañas de marketing, venta en cuotas y demás estrategias que favorecían el consumo de toda esa cantidad enormes de bienes que producían con facilidad gracias a la invención de la línea de montaje. El marketing se convirtió en objetivo, mucho más que el producto. Y alrededor del marketing, nació la industria del packaging (en buen castellano, del envase monono y vendedor, de lindos colores), la industria del aviso publicitario para cine, TV, radio e Internet y ahora , para telefonía celular; la industria virtual del marketing directo ("Hola, qué tal, lo llamo desde Mongolito Inc para avisarle que Ud. ha sido seleccionado como ganador de una estadía en las Islas Seychelles all inclusive,para lo cual le ofrecemos comprar el pasaje con nosotros en 40 cuotas sin interés")
Durante unos cuarenta años, el planeta se subió alegremente a la línea de montaje y produjo bienes y servicios cada vez más rápido, cada vez más grandes, cada vez más "necesarios para la vida diaria" según la publicidad. Y lo viejo no servía, no se reciclaba. Había que desprenderse de lo usado para poder comprar lo nuevo, que sería nuevo por un lapso cada vez más corto. Prueba de esto son las computadoras personales: acabás de comprarte el último modelo con 100 Giga de memoria RAM, un procesador InteliTeli Super molecutrónico de última generación y con monitor extrachato-galletita de agua y cuando saliste del negocito en donde te la compraste, ya es obsoleta. Lo mismo que el teléfono celular, el auto o la cuatro por cuatro, el televisor que fue color, extrachato, plasma, LCD, HD, LED, y dentro de poco llegarán los virtuales y habrá que tirar todo a la basura. O la heladera con televisor en la puerta (yo quiero una!), bar, dispenser de hielo y mayordomo. La "Tercera Revolución Industrial" que se dio en los años '70 de la microelectrónica, el automatismo y la informática, posible gracias a la robotización, las computadoras y los medios de comunicación, nos trajo en andas hasta esta segunda década del siglo XXI (¿se dieron cuenta de eso?) sin que nos diéramos cuenta.
Y mientras tanto, la publicidad nos siguió vendiendo. Sólo que ahora no apelan a la necesidad más o menos real que se pueda tener de un producto determinado, una heladera con freezer, por ejemplo, SINO A LA CONDICION SOCIAL O STATUS AL QUE SE ACCEDE AL ADQUIRIR ESE PRODUCTO EN PARTICULAR Y NO OTRO. Y digo "heladeras" cuando digo "zapatillas", "auto deportivo", "propiedad en un barrio cerrado exclusivo" o "el último tratamiento de Botox y  lipoescultura para dejarte divina!". El ciudadano común es invitado constantemente a emular al rico. Está de moda ser "chic" y tener "lo último" y si no lo tenés, no pertenecés. Pero encima corrés el riesgo de ser excluido. Y nadie quiere ser excluido. Entonces, si no lo puedo tener porque no lo puedo pagar, lo robo. ¿Inmoral? Por supuesto. Pero desgraciadamente, es la cultura que estamos transmitiendo y que todos los días vemos reflejada en las calles. El que no tiene, puede robar para alcanzarlo. Porque la sociedad de consumo lo considerará entre sus huestes si viste tal marca de ropa o reloj, si viaja en tal vehículo,   usa tal teléfono celular o cumple con ciertos cánones de belleza.
Pero esto no es todo: el consumismo genera una cantidad enorme de desperdicios, entre lo que se tira para cambiar por lo nuevo, más lo que genera el consumo excesivo de alimentos, ropa y bienes de uso en general, y además genera una enorme cantidad de población activa que trabaja en sectores dedicados a la reducción del tiempo de trabajo: las industrias y servicios del ocio y culturales. Así, en la sociedad de consumo el tiempo se consume. Como se consumen los bienes. O las personas: se consumen hombres y mujeres jóvenes, hermosos, deportistas exitosos, mannequins, modernos, a la moda, famosos. Y eso condiciona a la sociedad, imponiéndole modelos que no siempre son los deseables. Y mientras tanto, las miserias humanas diarias continúan en aumento, a pesar del enorme gasto publicitario de las empresas para convencernos de que si compramos tal o cual producto o servicio, nuestra vida será maravillosa y siempre querremos más de lo mismo. 
Más sobre J.G.Ballard: Ballardian; En qué creo (artículo publicado en Revista Artefacto)

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"PODEROSO CABALLERO ES DON DINERO", de Francisco de Quevedo o... más de lo mismo



Una muy buena definición de don Francisco de Quevedo y Villegas, que definía al dinero como que "rompe recatos y ablanda al juez más severo" , además de nunca haber visto "damas ingratas a su gusto y afición, que a las caras de un doblón, hacen sus caras baratas". Que Quevedo era un buen juez de los hombres, no hay duda. De que se pasó la vida debiendo plata, tampoco.
Decía Ann Radcliffe, escritora y novelista:  "Qué extraño es que el mundo deba tratar con más respeto a un tonto o un bribón con dinero que a un buen hombre o un sabio pobres".
Benjamín Franklin: "De aquél que opina que el dinero puede hacerlo todo, se puede sospechar que hará todo por dinero"
Cicerón: "El dinero interminable es lo que da fuerza y poder a la guerra"
Henry Mencken (editor norteamiericano) :"El principal valor del dinero reside en que vivimos en un mundo en el que el dinero está sobreestimado"
Thomas Jefferson pensaba que “El dinero, y no la moral, es la ley del comercio y las naciones comerciales”. La tenía clara, don Tomás.
 Creo que las instituciones bancarias son más peligrosas para nuestras libertades que los ejércitos en armas” Acá se ve  claramente que no le tenía confianza a los bancos.

 “Nunca gastes tu dinero antes de tenerlo”. Parece que esta parte del discurso de Jefferson no la escuchó nadie, porque cada vez hay más gente viviendo a crédito, con tarjetas, con hipotecas, con prendas y préstamos.  
 Que el dinero mueve montañas eso es seguro. Se contrata la suficiente cantidad de topadoras, excavadoras y expertos en dinamitar la geografía, y ahí te moví la montañita o te hice un lindo túnel en los Alpes  o nos mandamos el Camino del Cuadrado, que buena falta hacía, ¿o no? Todo lo puede. Ya lo dijo el filósofo mediático Winograd: billetera mata galán.
                                                       Francisco de Quevedo y Villegas
 En algún momento de la Antigüedad el trueque dejó de ser negocio. Hace mucho tiempo, se era rico por tener una linda piara, una buena vacada, o unos cuantos camellos bien plantados. A  los primeros que se les ocurrió cambiar vacas por oro fue  - cuando no – a egipcios y sumerios, en el tercer milenio antes de Cristo. Al  principio, eran barritas que se pesaban cada vez, para determinar el valor. Después agregaron anillos de oro para complementar o pagar sumas menores. Ya en el 2500 aC, en Ebla, hoy Siria, se usaban corrientemente anillos de plata y oro como medio de pago. Obvio, las joyas pasaron a ser no sólo un adorno, sino moneda portátil. Aún hoy en la India se ven mujeres muy pobres que lucen sus adornos nupciales de oro mientras trabajan en el campo. Claro que al oro o a las monedas hay que guardarlos en lugar seguro porque si no… te los roban. ¿Qué mejor lugar entonces que el más sagrado de todos: el templo? Un edificio bien construído (porque si no los dioses te lo tiran abajo), con paredes gruesas, guardias del templo, cofres del templo y un carácter sagrado que debería desanimar a los ladrones. Lógico, funcionaba hasta que llegaban por ejemplo, los asirios, te saqueban el templo y chau ahorros. Eso le pasó al pueblo de Israel, por ejemplo, en el 486 antes de Cristo. Hay registros babilonios del siglo 18 antes de Cristo, de préstamos hechos por los sacerdotes: oh, la, la! Nacieron los bancos. Aunque todavía falta mucho para que les pongan ese nombre.
Las primeras monedas acuñadas en Occidente lo fueron en Éfeso, Jonia ( en el Asia Menor, hoy Turquía) , en el 650 aC y eran de una aleación natural de oro y plata conocida como “electrum”.  Un siglo más tarde, el famoso rey Cresos de Lidia, acuñó por primera vez monedas de plata y de oro de distinto valor. Y ¡oh coincidencia!, en China, alrededor del 600 ac, los chinos también empezaron a acuñar moneda. Las primeras monedas no eran redondas, sino que reproducían la hoja de una espada o de un puñal y tenían grabados caracteres chinos (¡¡¡no, si iban a ser japoneses!!!) . El famosísimo primer emperador de China, Shi Huan Ti (o ZiGuangDi, como prefieran), fue también primero en acuñar monedas más razonables y redondas, hechas de bronce y con un agujerito cuadrado en el centro, algo que caracterizó a todas las monedas del Lejano Oriente durante casi 2000 años.
Durante mucho tiempo, el metal: oro, plata o bronce, fue el material del dinero. Claro, porque el papel no se había inventado, dirán Uds. Lamento desilusionarlos: el dinero-papel ya existía. Por supuesto, en China,  que para eso inventaron el papel y sorprendieron a Marco Polo con billetes en el 1250: papelitos muy formales, llenos de firmas de gente importantísima y con sellos imperiales. Los falsificadores eran castigados hasta la tercera generación inclusive. O sea, ni se te ocurra.
Pero por Occidente ya había nacido la “banconota”. Aclaro que “banconota” todavía significa “billete” o “papel moneda” en italiano, que fue el lugar en donde nació. Era ni más ni menos que una carta que reconocía a su poseedor el derecho retirar metal precioso (oro o plata) de un orfebre-banquero. Y ya que estamos, la palabra “banco” proviene de la actividad de préstamo de dinero, que se realizaba originalmente al aire libre, en una plaza pública, y los que ofrecían préstamos  tenían sus balanzas y las monedas sobre unas bancas de madera. Cuando un banquero cometía un desfalco o quebraba porque no le habían devuelto los préstamos, los otros le daban vuelta la banca y se la rompían: la bancarrota.
Fortunas enormes se labraron gracias a este sistema, que de paso inventó el cheque, o sea, la promesa de pago a la vista de la notita firmada. Claro que prestar plata tiene sus inconvenientes, sobre todo se se la prestás a alguien más poderoso que vos. Así, muchos banqueros italianos, los “lombardos” o ·florentinos” como se los llamaba en otros países, le prestaron a reyes y señores feudales, con lo que terminaron en bancarrota, o expulsados de los países adonde habían emigrado, declarados “personas non gratas” por el rey, que no quería pagar las deudas o pretendía cobrar impuestos espantosos.
Algo parecido pasó con los Templarios en 1307. Parece que Felipe el Hermoso, rey de Francia, les debía algo más que la camiseta. Intentó toda clase de triquiñuelas, como hacerse también él templario, pero no hubo caso: no le dieron ni la hora. Encima, en la sede de París del Temple se guardaba el tesoro real. Y los Templarios habían sido los banqueros de la Cristiandad antes que los florentinos o los lombardos, porque tenían comanderías y fortalezas en todo el camino desde España hasta Tierra Santa. Conclusión: los Templarios concluyeron por ir en cana en la primera razzia policial de la historia, el viernes 13 de octubre de 1307. Y ya nada fue lo mismo, al menos para los Templarios.
Con los banqueros judíos siempre estaba la excusa de la religión y cuando las deudas crecían demasiado, ahí nomás los expulsaban en nombre de Cristo.  Eso fue lo que hizo Fernando el Católico cuando, endeudado hasta las axilas con los banqueros sefaradíes, tuvo la brillante idea de sugerirle a don Torquemada que le llenara la cabeza a Isabel la Católica con los judíos y los moros. De nuevo, los judíos emprendieron el camino del exilio, pero sin poder cobrarle un maravedí a don Fernando, que era cualquier cosa menos generoso.
Y claro, cuando en las Indias Occidentales encontraron oro, los españoles se convirtieron en potencia mundial. El signo pesos que todos conocemos no es más que el escudo de armas de España, con una cinta con las palabras “Non Plus Ultra” cruzada sobre dos columnas que representan el estrecho de Gibraltar o “las columnas de Hércules” como se las llamó en la Antigüedad clásica. Ya que estamos, “Non plus ultra” significa “·No más allá” (de este lugar) o también “Nada mejor”. Después, cuando Colon llegó a América, cambiaron la leyenda por “Plus ultra”, o sea, “Más allá”.
Y más allá o más acá, depende del lado del Atlántico, vinieron los españoles a llevarse el oro, la plata y demás. Y se lo gastaron todo, todo, haciéndole caso a Cicerón,  en guerras contra los protestantes, contra los herejes, contra los franceses, contra cualquiera que se opusiera al dominio español. Y se quedaron sin nada porque España no invirtió en industria nacional y obra pública y así nacieron los hidalgos con honra y honor pero más inútiles que timbre de bóveda y sin un cobre.
Porque al dinero hay que hacerlo producir para que se reproduzca. Y las economías que se dieron cuenta de eso, prosperaron. Alemania y Francia hicieron lo que pudieron y aunque no tuvieron tanta suerte con sus colonias, no les fue tan mal.  Gran Bretaña pudo ser el imperio que fue gracias a que además de manejar dinero y colonias, generaba industria y comercio y le vendía a todo el mundo sus inodoros, sus ladrillos, sus mates de porcelana, sus casimires y su té producido en Ceilán.  Y precisamente una de sus colonias fue la que sustituyó al León inglés en eso de poseer dinero. El águila norteamericana hoy planea sobre las economías de unos cuantos países, aunque más que águila, se esté empezando a parecer a un buitre. El sistema bancario mundial pasa a preguntar por Washington y después aterriza en Ginebra para cubrir las apariencias. Pero desde hace bastante, la economía mundial tiene un signo dólar grabado encima. Al menos para nosotros, que vivimos al Sur del Sur y no logramos influir en la economía de nadie, ni siquiera en la nuestra.
 La última de Tomasito Jefferson y se las dejo picando: “Si el pueblo americano permite alguna vez que los bancos privados controlen la emisión de su dinero, primero mediante inflación y luego por deflación, los bancos y corporaciones que crecerán de esa forma le quitarán al pueblo su propiedad, hasta que los hijos se despierten sin techo, en el continente que sus padres conquistaron”.
 Mónica Sacco