sábado, 25 de junio de 2011

"UN MUNDO FELIZ" de Aldous Huxley o la felicidad en pastillas



Aldous Huxley escribió "Un mundo feliz" (A Brave New World) en 1931, doce años después de terminada la 1º Guerra Mundial y 8 antes de que empezara la 2º. La sociedad que pintaba Huxley correspondía a un mundo con superpoblación en el que los gobernantes habían encontrado la fórmula perfecta para la felicidad: libertad sexual, cero vicios (léase alcohol, tabaco o drogas ilícitas como la heroína o la cocaína) y juventud saludable, que no esnifa ni se inyecta ni se emborracha.  Si alguien sufría algún problema, cualquier problema, el Estado, guardián del bienestar de los habitantes del planeta, le suministraba "soma". El "soma" de Huxley sive para la depresión, para el bajón del domingo por la tarde. En pequeñas dosis te da una sensación de plenitud, de felicidad. En dosis más grandes te hace ver visiones, y tomando tres tabletitas te dormís con sueño profundo y reparador. ¡¡¡Y todo sin costo mental adicional!! Los habitantes del Mundo Feliz pueden tomarse vacaciones de su malhumor, o de las molestias de la vidia diaria sin que por ello se vean afectadas permanentemente su salud o su eficiencia laboral. El soma no es nada más que un generador de visiones y un tranquilizante: es un estimulante físico y mental, un creador de euforia activa y de la "felicidad negativa" que sigue a la liberación de ansiedad y tensión.
El proveedor del soma es el Estado y garantiza su suministro con la Constitución. Y es precisamente ese suministro que a primera vista garantiza la felicidad de los pueblos, el que en manos de un dictador se convierte en una de las herramientas de dominio más poderosas. El drogar sistemáticamente a la población es parte de la política de estado de los Controladores del Mundo, que ajustan las dosis diarias de soma que se le suministran a cada ciudadano de cada clase social. Con ello, los Controladores evitan el desajuste individual, la inquietud social y la dispersión de ideas subversivas. Así como Karl Marx había dicho que la religión es el opio de los pueblos, en "Un Mundo Feliz", el opio es la religión del pueblo: la droga tiene el poder de consolar y recompensar, además de atraer visiones de otro mundo mejor y con esperanzas.

                                                                     Aldous Huxley
En 1958 Huxley escribió una revisión de su obra(de la que estoy tomando los textos). Menciona en esta revisión a un químico estadounidense, el Dr. Irvine Page, que en 1931 intentaba estudiar la química del cerebro y no conseguía despertar ningún eco en la sociedad científica de la época. En 1958, más que ecos, empezó el ruido serio acerca de la neuroquímica y la investigación de psicofármacos y de las enzimas que regulan el funcionamiento cerebral. Sí, tan temprano como hace 53 años (uno más que los míos). Ya se habían empezado a sintetizar drogas que modifican, refuerzan, corrigen o interfieren con los químicos que actúan sobre el delicado equilibrio del sistema nervioso. Por supuesto, las drogas adictivas ilícitas también provocan cambios en la conducta. Cambios indeseables y adicción generalmente mortal. El interés de los laboratorios reside en otras drogas, obviamente lícitas, que provoquen cambios temporarios beneficiosos: no te curan pero te dejan vivir un poco mejor. (Insisto, esto, en 1958) Y cito a Huxley: "En un mundo donde nadie obtiene nada gratis, los tranquilizantes te ofrecen mucho a cambio de poco".
Huxley estaba verdaderamente preocupado por el crecimiento inusitado (pero esperable) de los psicofármacos en general y de los estimulantes en particular. Y no confiaba en ellos más que en su "soma". No creía que la felicidad humana se pudiera vender en frasquitos o blísters, y que bastaría una pildorita para liberarnos de la tristeza, la timidez, el malhumor o el síndrome premenstrual.
Cito nuevamente a Huxley: "La ciencia pura no permanece pura indefinidamente. Tarde o temprano se torna ciencia aplicada y finalmente, tecnología. La teoría se modula en la práctica industrial, el conocimiento se vuelve poder, las fórmulas y los experimentos de laboratorio sufren una metamorfosis y emergen como la bomba de hidrógeno"
Por mi parte, tampoco confío en medicación-panacea universal que nos cure de todos nuestros defectos espirituales o psicológicos. No me suena que me den una pildorita para "curarme" la timidez cuando en realidad no se están preocupando por encontrar los orígenes y motivos de esa timidez supuestamente patológica. O de mi mala relación con mis padres, por ejemplo. "Tome una por la mañana con el desayuno y sus relaciones familiares mejorarán de inmediato". Cierto es que es mucho más laborioso analizar los motivos que tenemos para nuestros hábitos, conductas, sentimientos y emociones. Lleva más tiempo, pero me parece más seguro, nada más que porque es estrictamente personal. Mi psicología es única, lo mismo que la de cada habitante de este planeta. Cada uno de nosotros es único y merece ser tratado como tal. No quiero que me uniformicen con la píldora del bienestar. Prefiero seguir teniendo mal genio, aunque mi familia se queje.

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